Hace pocos días estamos viviendo una de las polémicas más demagógicas de los últimos años. La negativa o no del derecho de los inmigrantes irregulares a acceder al padrón municipal. Cabe decir, que en los tiempos en los que corren de crisis económica, cualquier atismo de populismo se hace todavía más fuerte y con más estruendo.
Las plataformas xenófobas actúan con más fuerza, y por desgracia, los sectores más bajos de la sociedad, se encuentran desprotegidos, llegando a situaciones racistas que antes no se daban.
Es la "patada hacia arriba", o bien, la lucha por estar al final de la pirámide social.
Nadie es racista, pero eso sí, acabamos siempre con los mismos argumentos: "se llevan todas las ayudas sociales", "tienen plazas gratuitas que yo no tengo", y otros argumentos por el estilo.
Hemos de aprender mucho de la historia. Es cíclica y siempre se repite, y los brotes más dañinos para la historia de la humanidad se han dado siempre en periodos de crisis económica.
Tenemos un serio problema, que hemos de resolver, y tenemos que llegar a tener una verdadera cohesión social, y es de derecho que nadie puede ser privado de tener asistencia sanitaria o un sitio para vivir.
Desde mi posición, mi rechazo más firme a negar el empadronamiento a los immigrantes irregulares, y mi mayor condena a aquellos que provuenen la xenofobia en lugar de apoyar la cohesión social.
No es una cuestión de papeles para todos, es una cuestión de humanidad, y sobretodo; de legalidad. El padrón es un acto administrativo al que todo el mundo tiene acceso por que es requisito indispensable para acceder a la sanidad y a la educación, y son derechos inherentes a las personas.
Respecto a la cohesión social, hemos de continuar trabajando en la misma línia, y sobretodo luchar por que no se de la batalla sociológica por estar en el eslabón más bajo de la pirámide social.
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